Descripción
Muchos sostienen que es muy complicado, casi imposible hacer Pinot Noir de calidad en Argentina. Aunque se trate de una uva delicada que el clima e insolación pueda afectarla, es cierto que año a año se avanza en cantidad de hectareas cultivadas y de calidad en los vinos finales.
Presentamos 3 exponentes de Pinot Noir de distintas regiones de Argentina:
Dominio de Freneza es un pequeño proyecto famililar en la Patagonia. Trabajando con viñedos en Mainque, Río Negro y San Patricio del Chañar, Neuquén, el nombre del proyecto significa ‘Dominio de la Locura’ y surge a partir de una epifanía en Bourgogne, buscando reproducir esa emoción. Se trabaja de manera orgánica, con mucho trabajo de suelos, ricos en arcilla y mucha disponibilidad de agua de deshielo. La uva para La freneza (‘La Locura’ en esperanto) con uva mayormente de Mainque, y algo de Chañar, en Neuquén, se fermenta con un porcentaje de escobajo y se cría en barricas usadas, donde el vino se trata de dejar quieto, sin trasiegos. Un Pinot con buena textura, de expresión floral y elegante.
Canopus es el pequeño y muy cuidado proyecto de Gabriel Dovskin (durante años corresponsal en Europa y en zonas de guerra de Medio Oriente) en un viñedo en El Cepillo, donde tiene parcelas de Malbec y de Pinot Noir, que se caracteriza por su clima frío y sus suelos heterogéneos, y se trabaja siguiendo prácticas biodinámicas. Pintom 2021 es un Pinot Noir molido y pisado, y fermentado con levaduras nativas, buscando baja extracción, y se cría en barricas usadas. Es un vino fino y vibrante, mineral y con linda textura en boca, de gran sutileza y con fruta muy delicada, de un viñedo vivo, de suelos calcáreo y clima fresco.
Viña Los Chocos es el un bodega muy pequeña que se desarrolla dentro del emprendimiento Tupungato Winelands, basado en la filosofía del lugar, de viñedos muy calcáreos a orillas de un arroyo seco. La Finca la Aguja se encuentra al suroeste de Tupungato Winelands, con suelos heterogeneos en pendiente, compuestos de piedras aluviales, con depósitos de carbonato de calcio y caliche. Los vientos constantes mantienen la sanidad de la uva y contribuyen a una maduración lenta y progresiva. Fermenta 70% con racimo entero con pisoneos y levaduras indígenas. Pasa dos inviernos en un fudre de 1000 litros.