A pesar de todas las opciones de cierre de vino que existen, el corcho tradicional sigue dominando la mayoría de los mercados, y muchos consumidores asocian el corcho natural con la calidad del vino (salvo en Australia y Nueva Zelanda, que prefieren la tapa a rosca). En los últimos años, sin embargo, los tapones tecnológicos han ido ganando terreno, aumentando lxponencialmente su presencia. Pero, ¿por qué pasó esto?
Existe un pequeño pero creciente problema de aumento de la permeabilidad de los corchos naturales al oxígeno, descrito como “oxidación aleatoria”, pueden encontrarse botellas en todas las etapas de oxidación que van desde un ligero aroma a manzana, pasando por quitaesmalte de uñas hasta maderizado (con olor a Madeira o Jerez). Los corchos de baja porosidad cierran muy bien, pero el corcho es un producto natural y, por lo tanto, es variable. Actualmente, la calidad del corcho se evalúa solo mediante un examen visual que no puede determinar la estructura interna o la porosidad de un corcho. Así, incluso un lote de los corchos más caros puede contener algunos corchos individuales que son excesivamente porosos al aire.
Diam vino a solucionar ese problema y a constituirse en un paradigma importante. Después de un comienzo lento (sobre todo porque los tapones Diam parecen corchos aglomerados, históricamente una alternativa “barata” al corcho natural), la empresa ahora apenas puede satisfacer la inmensa demanda. En sus 2 fábricas de Roussillon y Extremadura, Diam produce aproximadamente 1.25 billones de corchos al año. Su éxito lo ha hecho impopular entre los proveedores rivales de corcho natural, especialmente ahora que está comenzando a comerse el sector de “prestigio” de mayor margen del mercado.
Pero, ¿qué es un corcho Diam?
El proceso Diam corta el corcho en pedazos y separa el componente suberina superior, altamente elástico, de la lignina menos elástica, que se desecha. Mezcla la suberina con esferas microscópicas de la misma sustancia que se utiliza para las lentes de contacto, que rellena los huecos entre las partículas de corcho reduciendo la porosidad al aire y aumentando la elasticidad sin introducir humedad. Finalmente las piezas se mezclan con una cola y se moldean a presión. Las propiedades mecánicas del corcho están garantizadas por un número mínimo de años dependiendo del grado de corcho – Diam 2, 3, 5, 10 y 30.
Además de eliminar el problema de la contaminación del corcho y promover el envejecimiento constante en cada corcho, Diam también pone un fuerte énfasis en la sostenibilidad y la maximización de recursos disponibles. Imagina una pieza rectangular de corcho. Ahora, imagine perforar pequeños cilindros de esa pieza que eventualmente se convertirá en un cierre de corcho individual. Puede imaginar que todavía hay piezas de corcho presentes en el rectángulo original que no se perforaron en un cilindro de corcho. Con el corcho tradicional, estos pedazos adicionales se descartan. Sin embargo, debido al método de Diam de moler el corcho en pequeñas partículas, pueden usar la pieza completa sin desechar nada del corcho.
Basicamente los corchos Diam han resuelto dos de los mayores problemas frecuentes del corcho natural: en primer lugar, un defecto comúnmente llamado “corcho”, una mancha con olor a humedad causada cuando un corcho infectado con una sustancia llamada tricloroanisol (TCA) comunica esto al vino, y en segundo lugar , la variación natural entre diferentes corchos en la porosidad al aire, lo que puede conducir a una variación extrema en la oxidación del vino.
Sin embargo, los productores de corcho antural dan pelea, ofreciendo corchos que –afirman– no contienen TCA, sometidos a un proceso de selección tan riguroso que pueden garantizar que cualquier nivel de TCA restante estará muy por debajo del umbral de percepción. Pero el proceso lleva tanto tiempo que en la actualidad sólo puede producir tres corchos por minuto. Difícil pelea con Diam, que tiene un flujo productivo más eficiente.
Veremos cómo sigue evolucionando el corcho y las tecnologías de cierre.